PAUSAS ACTIVAS EN EL TRABAJO

Implementar pausas activas en el trabajo beneficia a los empleados y a empleadores.

Las pausas activas han sido una de las principales herramientas de la salud ocupacional para promover actividad física enfocada a mejorar movilidad articular, realizar estiramientos y ejercicios que propicien cambios de posición y disminución de cargas osteomusculares por mantenimiento de posiciones prolongadas y/o movimientos repetitivos durante la jornada laboral.

Por ello, desde hace algunos años, cada vez son más las empresas que toman medidas para combatir el llamado “burnout laboral”, también denominado síndrome del quemado, un trastorno emocional que está vinculado con el ámbito laboral, el estrés causado por el trabajo y el estilo de vida del empleado.

Las pausas activas -o gimnasia laboral compensatoria- consisten en una rutina corta de ejercicios específicos y simples que se realizan en el mismo lugar de trabajo. Estas tareas tienen una duración de aproximadamente 10 minutos y no requieren de un gran esfuerzo físico. Son básicas y funcionales, en los cuales se incorporan los grupos musculares, ejercicios de movilidad articular, de estiramiento y de relajación.

A la hora de diagramar un plan de bienestar puede contribuir un kinesiólogo en el diseño del tipo de ejercicio aplicable según las características de la población a la cual se le brindará el servicio.

“Para que las pausas activas sean efectivas, es importante tener en cuenta que la respiración debe ser lo más profunda, lenta y rítmica posible. Hay que relajarse mientras se pone en práctica el ejercicio elegido, concentrarse en sentir el trabajo de los músculos y las articulaciones; no se tiene que sentir dolor y se debe realizar antes de sentir cansancio muscular”, describió Javier Díaz, licenciado en Kinesiología y Fisioterapia, especialista en Bienestar Corporal.

Algunos de los ejercicios que se realizan son:

– Movimientos circulares de cadera (para evitar hernias discales o dolores lumbares)

– Ejercicios de estiramientos: elevando hombros hasta los 90° y con el otro brazo ejercer leve presión en los codos

– Girar la cabeza hacia el lado derecho hasta que el mentón quede casi en la misma dirección que el hombro

– Inclinar la cabeza hacia atrás, permaneciendo en esa posición por cinco minutos

Estas pausas deben realizarse al menos dos veces al día con una duración de 5 a 10 minutos para que el cuerpo obtenga la energía necesaria y logre continuar con las actividades del día para obtener los beneficios que conllevan y que se describen a continuación:

Beneficios Fisiológicos: mejoran la condición del estado de salud general al aumentar la circulación oxigenando los músculos y tendones; se disminuye la acumulación de ácido láctico y el esfuerzo en la ejecución de las tareas diarias, mejora la movilidad articular, la flexibilidad muscular, la postura y el estado de alerta mejora notablemente.

Beneficios Psicológicos: incrementan la capacidad de concentración en el trabajo, se fortalece la autoestima, se previenen lesiones mentales (estrés o nervios) e inspira la creatividad.

Beneficios Sociales: incentivan el surgimiento de nuevos líderes, favorece el contacto entre compañeros, el sentido de pertenencia y promueve la integración social.

Beneficios Organizacionales: generan conciencia de la salud física y mental entre colaboradores y jefes, mejora la adaptación al puesto laboral, el rendimiento cualitativa y cuantitativamente, la atención al cliente externo, propicia mayor productividad por parte  del trabajador, disminuye el número de consultas médicas por dolencias, accidentes y lesiones así como se reducen los gastos por afecciones y sustituciones del personal.

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