TODOS SOMOS GORDOS

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XI Congreso Internacional sobre Obesidad

Más de 3 000 investigadores recientemente se reunieron en Estocolmo, Suecia, para asistir al Congreso Internacional sobre Obesidad y mostrar en la ciudad de Alfred Nobel los últimos avances en lo que parece una guerra abierta.

Entre epidemia de salud pública y alarma social, entre la genética y los estilos de vida, las cifras de la obesidad no son alentadoras. Controlar esta enfermedad supondrá en el futuro salvar vidas.

Estamos en días de siesta y helado. Cualquier excusa es buena para comer y reposar al resguardo del sol. Pero las alarmas se encienden ante la elevada prevalencia de obesidad en los países enriquecidos y en vías de desarrollo. Por ello, hoy en día numerosas disciplinas científicas tratan de estudiar las causas de la obesidad, una enfermedad que tiene consecuencias a mediano y largo plazo.

“No hay duda de que la obesidad es una de las epidemias de las sociedades industrializadas”, afirma Jonatan Ruiz, investigador del Instituto Karolinska de Estocolmo, quien volverá a España para continuar su estudio sobre la relación entre actividad física y obesidad. “No obstante algunos datos recientes ponen de manifiesto que las tendencias se están atenuando”.

Biólogos moleculares aúnan sus esfuerzos con sociólogos para explicar un fenómeno de impacto mundial. En este contexto, el XI Congreso Internacional de Obesidad reunió a los investigadores más prestigiosos de todo el mundo para analizar la obesidad desde una perspectiva multidisciplinaria.

El campo de la genética es una de las áreas que está experimentando un mayor desarrollo en los últimos años. “Se cree que la obesidad tiene un componente genético muy importante tal que las personas portadores de ciertos genotipos son, efectivamente, más gorditas”, subraya Ruiz.

Entre los genes relacionados con la obesidad, el FTO (o gen de la masa grasa) es uno de los responsables de la acumulación de grasa en humanos. Cada copia de la mutación de este gen se asocia con un incremento del peso corporal. Por ejemplo, las personas que tienen dos copias pueden llegar a pesar 3 kg o más que las que carecen de estas copias llamadas de riesgo.

 

Comer es un placer

“En los últimos seis años se ha conseguido un avance notable en la contención de la venta de alimentos poco saludables dirigidos a los niños. No obstante, aún quedan muchos retos pendientes”, apunta Tim Lobstein, director de política de la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad, que presentó en el congreso un análisis de las estrategias europeas llevadas a cabo al respecto por la Comisión Europea.

Los expertos en salud pública llevan muchos años argumentando que la publicidad de alimentos y bebidas excesivamente calóricas orientada a los niños contribuye al problema de la obesidad, pero el asunto ha adquirido más empuje durante los últimos años a medida que las cifras de obesidad infantil han ido aumentando.

Lobstein afirmó en el congreso que “cada vez más países están intentando solventar este problema, pero los desafíos son muchos”. Brasil está desarrollando una legislación para la publicidad televisiva; Tailandia cuenta con una legislación que limita la cantidad de publicidad dirigida a los niños; Corea y Malasia prohíben todo tipo de marketing de comida basura orientado al público infantil; y Sudáfrica, Colombia y Chile esperan la aprobación de un borrador de ley.

Reino Unido fue el pionero en 2006, cuando prohibió los anuncios de algunos alimentos industriales durante el horario de programación infantil. Para Lobstein, otro indicio de avance es la aprobación unánime de una resolución por parte de los Estados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su reunión anual de Ginebra, en mayo pasado.

 

Las ventajas del peso ideal

Otro de los estudios presentados en Estocolmo revela que, a cualquier edad, un varón obeso muestra dos veces más riesgo a morir que un varón no obeso. En esta nueva investigación, realizada en más de 5 000 hombres, los varones que eran obesos a los 20 años padecían un riesgo duplicado de muerte prematura hasta 60 años después.

“Es importante averiguar si la obesidad en la edad adulta temprana tiene efectos de por vida sobre la mortalidad”, comentó en el congreso Esther Zimmermann, directora del estudio e investigadora del Instituto de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Copenhague (Dinamarca). “Es el primer estudio con un periodo de seguimiento tan elevado y, por lo tanto, el primero que investiga el efecto vitalicio”.

Los investigadores también analizaron el efecto del amplio rango de IMC (Índice de Masa Corporal) sobre la mortalidad desde los 20 años. Descubrieron que el riesgo de muerte más bajo correspondía a los varones con un IMC de 25, considerado por los expertos como ‘peso saludable’. Los hombres demasiado delgados mostraron un riesgo ligeramente más elevado.

Este equipo también averiguó que la probabilidad de muerte prematura aumentaba en un 10% por cada punto de IMC por encima de 25, y que dicha probabilidad persistía durante toda la vida. Así, las personas obesas fallecen unos ocho años antes que las no obesas. Zimmermann comentó que no está claro si el hecho de padecer obesidad a los 20 años conduce al riesgo de muerte, incrementado en los varones o si el efecto vitalicio se debe a que la obesidad a menudo se convierte en una enfermedad vitalicia.

En lo que sí se pone de acuerdo la comunidad biomédica es en la necesidad de más investigaciones para combatir la obesidad y el sobrepeso. Porque si no se llegan a develar sus claves, todos podemos llegar a ser gordos.

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