WWF México presentó la iniciativa “Comunicación para el cambio”

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en México presentó la iniciativa “Comunicación para el cambio” para combatir el desperdicio de alimentos en México, donde un tercio de la comida se desecha, así como para promover cambios de comportamiento ante la crisis ambiental.

La iniciativa, organizada en conjunto con la Universidad Anáhuac, combinó estrategias de comunicación, educación y psicología ambiental, y estuvo enfocada en impulsar la reducción del desperdicio de alimentos entre más de 400 estudiantes universitarios.

De acuerdo con cifras citadas por la especialista, se calcula que en México se produce un desperdicio anual de alimentos de 94 kilogramos per cápita, cifra superior al promedio mundial que es de 74 kilogramos y cuya contribución a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático es significativa.

“El objetivo general fue sensibilizar a los jóvenes sobre el impacto de las actividades humanas en la naturaleza, particularmente, promover cambios de comportamiento y sobre todo dotar de instrumentos de comunicación a partir de nuestra propia experiencia a futuros comunicólogos”, dijo en conferencia de prensa, Ana Laura de la Torre, coordinadora del proyecto en WWF México.

La iniciativa utilizó como herramienta principal las “intervenciones”, método en el que se aplican principios y técnicas de psicología ambiental para fomentar el cambio de comportamiento.

Esto, explicó De la Torre, incluye influir sobre los mecanismos de acción que facilitan a las personas cambiar de hábitos e incluye una evaluación sistemática.

El proyecto, que reunió los esfuerzos de WWF, la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac México y la Universidad de Bielefeld (Alemania), generó información que establece bases empíricas para explicar hábitos relacionados con los alimentos y la conservación de la biodiversidad en un contexto mexicano.

LOS RESULTADOS
A través de un modelo de medición, aportado por la Universidad de Bielefeld, se generaron datos para identificar qué mecanismos de acción se estimulan para motivar conductas sustentables entre los jóvenes.

Tales mecanismos van de las emociones positivas a las normas sociales, las actitudes o las convicciones morales.

El proyecto mostró que el desperdicio de alimentos no generaba emociones negativas ni positivas entre los participantes.

Fuente Aristegui Noticias / Foto: EFE

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